1. Porque el amor no se divide, se reparte
Piensas que quieres
tanto a tu hijo que es injusto tener otro, que le vas a querer menos, que no
vas a ser capaz de quererle igual y que no se lo merece. Pero el día que llega
te das cuenta de que es absurdo, le quieres un montón, te enamoras
de él como hiciste con el primero y, aunque no es el primero, como si lo fuera.
Y todo eso sin robar
cariño y amor al primero. Te das cuenta de que el amor no se divide
y que puedes querer a los dos incondicionalmente, y no hay nada mejor en el
mundo que darte cuenta de que eres capaz de amar con locura a más una
personita.
2. Porque aprenden a compartir
Hay una regla muy recomendable
que dice que si tienes dos hijos, lo ideal es tener las cosas
duplicadas para evitar conflictos y malentendidos. Sirve en la mayoría de
las ocasiones porque cuando uno se pelea por lo que tiene el otro le dices
"toma el tuyo" y ya los tienes a los dos contentos (a veces hasta
vale la pena que sean iguales para que no aprecien la mínima diferencia que
hará que quieran lo del otro), pero esta regla no sirve siempre porque no todo
puede duplicarse. Hay cosas cuyo precio, valor o tamaño no nos permite
conseguir dos, así que no les quedará otra que aprender a compartir.
Sí, claro que se pelean, y sí, claro que a veces hasta se hacen daño por
conseguirlo, pero minutos después juegan sin problemas con ello, o sin ello (o
el objeto en cuestión carece ya del mínimo interés) y vuelven a ser hermanos
del alma y los mejores amigos. Sin duda, esun
aprendizaje muy valioso de cara al mundo exterior.
3. Porque amortizarás la cámara que compraste, o el
móvil con buena cámara
Que nació tu primer hijo
y te diste cuenta de que las fotos salían todas movidas y oye, ya que las
hacías, era una pena que casi ninguna sirviera, así que compraste una cámara
nueva o aprovechaste que el móvil estaba en las últimas para hacerte con uno de
esos que te hacen mil fotos seguidas o más y luego tú eliges la que te parece
mejor. Pues mira, ya que lo tienes, con un segundo hijo le sacas partido de
nuevo. Que sí, que ya no le vas a hacer las 500 fotos por semana del primero,
probablemente no llegues a 50, pero ampliarás el álbum familiar y los recuerdos
para el futuro.
4. Porque podrás poner en práctica todo lo que has
aprendido con el primero
Que con el primer hijo
todo son dudas, que no sabes si algún día dormirá toda la noche, que crees que
va a estar llorando en la puerta del lavabo, esperando a que salgas, hasta los
5 años, que te da la sensación de que las rabietas las dejan de hacer a los 10
años, que te da miedo decirle que no por si le creas un trauma o se enfada
contigo, que tú erre que erre con el cochecito hasta que te das cuenta cuando
tiene ya unos meses de que es absurdo insistir porque acaba siempre en la
mochila, que... son tantas cosas las que aprendes con el primero, recto como un
palo de los nervios, siempre con la duda de pensar que lo podrías estar
haciendo mejor, que con el segundo la vida te da una segunda
oportunidad, la de poner en práctica todo lo que has aprendido.
Que sí, que es el
segundo y que es diferente al primero, y que no todo lo que hiciste con número
1 sirve con número 2, pero muchas cosas
sí, y sobre todo una: ya estás mucho más relajado. Sabes que llegará
el día en que dormirá bien, así que te lo tomas con filosofía y no tratas de
forzar nada, lo que te dicen los demás te entra por un oído y te sale por el
otro (es que ya ni lo escuchas), pruebas con el cochecito, pero no tienes
problema en jubilarlo al mes y "si es que no, es que no, y mira, ¡qué
guay! ¡vamos a jugar con esto que tengo!" (llegas al nivel experto en
resolución de conflictos con papá y mamá).
5. Porque los muebles durarán años y años
Una vez el primero te
los pinta, ralla y golpea con sus motos, coches y juguetes, cuando estás
pensando que ya son muebles de batalla y que habría que cambiarlos llega el
segundo. Pues ya no los cambias. Ya pueden estar fatal, que al que
no le guste, que no mire: ¿para qué cambiarlos si los volverán a rallar,
golpear y pintar?
6. Porque jugarán juntos
Que con el
primero te diste cuenta de que lo de jugar solo no les va, para nada. Que le
compras un juguete y a los 2,5 minutos te dice que quiere contigo, que el
juguete ese no sabe para qué sirve y que la caja, una vez la ha roto, ya no
tiene más misterio. Ese día te das cuenta de que lo importante no es el juguete, sino el juego,
y que si quieres que juegue y esté entretenido debes estar ahí,
jugando. Y lo haces, un día tras otro, semana tras semana, mes tras mes.
Y llega el
segundo y dices "Ay, madre de Dios, a ver cómo lo hago yo ahora para
dedicar el mismo tiempo a los dos", pero pasa el tiempo y no sabes cómo,
encuentras la manera de jugar con los dos y te das cuenta de algo con lo que no
contabas: juegan
entre ellos. ¡Hay ratos que no te llaman! Y sabes que cuando no
te llaman es porque están haciendo algo terrible. Entonces corres, presa del
pánico, y al abrir la puerta te das cuenta de que están jugando juntos, tan
tranquilos. Y sonríes, y te encanta verles así, y ves lo genial que es que el
uno tenga al otro (así hasta que un día, presa del pánico, haces el mismo
ejercicio y te encuentras el apocalipsis en la habitación...).
7. Porque alargas el periodo de cuidar de un
bebé
Que los bebés
crecen muy rápido y todo ese tiempo de ternura infinita, de verles respirar, de acariciar sus manitas, de
peinarles el poco pelito que tienen, de olerles con la nariz pegada a su piel y
de besarles en los mofletitos se va. Todo ese tiempo se va y ya no vuelve,
porque tu bebé
ya es un niño y
ya no le puedes hacer todo eso. Otras cosas sí, o parecidas, pero ese tiempo de
tanta dedicación y tan cansado, pero en el fondo tan bonito, no vuelve.
No vuelve a
menos que tengas otro bebé. Y tienes otra oportunidad de besar, oler, mirar,
sentir y abrazar con poco esfuerzo todo su cuerpecito que depende totalmente de
ti.
8. Porque alargas el periodo de cuidar de
"lengua de trapo"
¿Y lo graciosos
que son cuando empiezan a hablar y lo dicen todo a su manera? Esa época en la
que tienen 2 y 3 años, tan desesperante, pero tan bonita a la vez, que son aún
pequeñitos y achuchables, que tienen aún barriguita de bebé y esos mofletitos,
y hablan de esa manera tan graciosa. Guim, mi tercer hijo, tiene ahora 3 años,
y no paro de pensar que debería
quedarse ahí, en los 3 años para siempre, porque es pequeño,
pero independiente (todo lo que se puede ser con 2 hermanos maestros en casa),
porque cuenta las cosas con toda la expresividad de que dispone y en el fondo
te da igual lo que te dice, porque solo estás pensando en cogerle en brazos y
darle un abrazo de gigante de lo gracioso que es.
9. Porque el mayor te ayudará con el pequeño
Uno puede y debe
ser responsable de sus cosas y de sí mismo, de los horarios, de tener las cosas
en orden, de conseguir su autonomía para depender cada vez menos de los demás
y, además, uno puede aprender lo que es
ser responsable de alguien más. El hermano mayor es el que más
fácilmente aprende eso porque desde que es hermano adquiere el rol de mayor, de
espejo, de modelo para el pequeño, y gran parte de lo que haga y diga será lo
que haga y diga el pequeño. Jugarán juntos, sí, pero el mayor será "el
hermano mayor", que ayuda a los papás y que en muchos momentos hará de
persona responsable (a veces escucho al mayor echar la bronca al mediano y
tengo que acabar interviniendo porque ¡se sulfura más que nosotros los
padres!).
10. Porque aprenden a negociar
Siguiendo con lo
anterior, y relacionado con el de que aprenden a compartir, los hermanos aprenden a negociar.
No les queda otra. Que si uno quiere ver un canal y el otro, otro. Que si me
toca a mí jugar a no sé qué. Que haces una pregunta abierta y cada uno responde
una cosa diferente. Al principio les cuesta, porque son capaces de llevar su
decisión al Tribunal Supremo, pero con el tiempo, con el diálogo y nuestra
ayuda, son capaces de llegar a
acuerdos y ceder, y es increíble cuando los ves desde fuera,
sin intervenir, negociando y decidiendo cómo repartirse algo, o cómo repartir
el tiempo para jugar con algo.
11. Porque te partirás de la risa con el
pequeño imitando al mayor
Que aparecerá
uno disfrazado y el pequeño también. Que verás al mayor bailando y al pequeño,
también. Y así con mil cosas que uno hará y el otro imitará. Y te reirás un montón con los dos y te darás cuenta de cuánto puede
llegar a admirar el pequeño al mayor y en ese momento les querrás aún más. Al
mayor por ser como es y al pequeño por seguirle. Esos momentos en que se te
olvidará que minutos atrás se peleaban por cualquier tontería.
12. Porque aprovecharás la ropa de uno con el
otro, y los cacharros, y todo...
Que te da miedo eso de no tener más de un hijo por el gasto pero pronto te darás cuenta
de que el gasto
lo hiciste con el primero. Ya tienes todos los cacharros, y
hasta juguetes, y puedes aprovechar un montonazo de cosas. Solo tienes que
recuperar lo que guardaste por si acaso y ofrecérselo al pequeño. Hasta te
darás cuenta de que juega con cosas que el otro no tocaba y aprovecha cosas que
creías que jamás utilizarías (o no, quizás te demuestre que compraste algo que
ni siquiera dos niños han llegado a usar).
13. Porque aprenderán qué es la confianza
Y también la
desconfianza. Porque muchas veces se juntarán con otros niños y se darán cuenta
de que no todos
piensan igual. Me ha pasado con mis hijos que, jugando con
otros niños, han llegado a dejar de lado a uno de los dos; y el otro no
defender a su hermano tanto como hubiéramos querido o esperado. El poder del
grupo es tan alto, tan fuerte, tan goloso y llamativo, que han llegado a
callarse ante una injusticia así (ha pasado en los dos sentidos, el mediano
riéndose del mayor junto a otros niños y, otro día, el mayor no diciendo nada
cuando los de su edad decían que su hermano, por ser más pequeño, no podía ir
con ellos). Pues ahí hemos entrado papá y mamá para defender al humillado, para dar valor a su relación de hermanos por encima de
todo y para
hacerles ver que tener amigos es algo mágico y maravilloso, pero a veces
peligroso.
Y eso es lo
importante para vivir en esta sociedad, saber en quién confiar y saber en quién
no, saber dónde cojean unos y otros y tener claro que no todo lo que hace un grupo de niños, por más que
sean muchos y estén todos de acuerdo, está bien (y más si lo que proponen hiere a otro
niño y ese niño en cuestión es tu hermano).
14. Porque aprenderán a resolver problemas
Y a perdonar, y
a salir airosos de situaciones difíciles, y a compartir el esfuerzo por lograr
algo, y harán pactos, y trabajarán
en equipo por un bien común. Y a veces incluso por un bien
individual. Y todo ese aprendizaje, el pensar, el negociar, el hablar, el
llegar a acuerdos, será un bagaje impagable para el día en que deban utilizar
esas mismas herramientas con otros niños y adultos.