viernes, 14 de agosto de 2015

Tus hijos no quieren comer? Calma no presiones

La incorporación de nuevos alimentos puede llegar a ser muy natural para algunos niños, pero bastante traumática para otros. Hay a quienes les encanta probar sabores nuevos y otros que encuentran que les gusta sólo un par de alimentos y no salen de allí.
Es saludable que el niño vaya probando de todo, pero no es ningún problema que no quiera hacerlo y no debemos obligarle, pues provocaremos el efecto contrario: que le tome manía y rechace aún más ese alimento. Hay que ir con mucha paciencia y mano izquierda y como primer consejo, si tu hijo rechaza probar nuevos alimentos, no lo presiones.
Obligar no lleva a nada
Empezamos con mucha paciencia, intentando que pruebe un poquito primero. ¿Que no te gusta? No pasa nada. Pero a la quinta o sexta vez que intentamos que coma el plátano y lo escupe, la paciencia ya no es la misma. Es normal, pero debemos cambiar de estrategia.
La aceptación de un alimento viene asociada a la cantidad de veces que se ha expuesto a una persona a ese alimento. Se cree que tras probarlo unas 10 o 15 veces, recién ahí un niño puede llegar a aceptarlo. O sea que paciencia.
Intenta presentárselo de diferentes maneras. Volviendo al ejemplo del plátano. Prueba dárselo en batidos, en trozos, combinado con otras frutas, deja un período de descanso antes de volver a probar, en lugar de dárselo déjaselo en el plato para que pueda cogerlo con las manos si le apetece... Prueba, y si aún así no lo come, no desesperes. Más adelante puedes volver a intentarlo. Tal vez cuando menos te lo esperes, lo acepta sin más.
Neofobia, rechazo a los nuevos alimentos
La neofobia es un fenómeno muy frecuente en la infancia, especialmente en torno a los 2-3 años, que tiende a ir desapareciendo después de los 5 años. El rechazo por los sabores tiene un origen genético (la neofobia alimentaria es hereditaria en el 78% de los casos) y ambiental.
Hay una explicación evolutiva a este rechazo en la infancia. En la prehistoria, los niños salían a recolectar frutos silvestres alrededor de los 2-3 años y debían apartarse de los no conocidos. Los alimentos extraños podían ser letales, y por tanto, se rechazaban.
A medida que el niño crece este rechazo por los sabores nuevos desaparece y llegan los sabores adquiridos, los que a base de probarlos unas cuantas veces, acaban siendo aceptados.
Los padres que controlan en exceso y presionan a sus hijos para que coman nuevos alimentos puede afectar negativamente al estado emocional del niño. Según un estudio realizado por la Universidad del País Vasco la neofobia está asociada a mayor nivel de ansiedad en los niños y a una menor autoestima.


Fuente: BEBESYMAS

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